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Ginecología y Obstetricia de México

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2018, Número 11

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Ginecol Obstet Mex 2018; 86 (11)


Fístula útero-cutánea posterior a cesárea. Reporte de caso

García-Hernández GG, Hernández-Pérez SY, Jiménez-Ibáñez LC
Texto completo Cómo citar este artículo Artículos similares

Idioma: Español
Referencias bibliográficas: 0
Paginas: 762-767
Archivo PDF: 201.76 Kb.


PALABRAS CLAVE

Fístula, fistulografía, fistulectomía, histerectomía.

RESUMEN

Antecedentes: El mecanismo más frecuente por el que se originan las fístulas útero-cutáneas es la cesárea, con una incidencia no mayor a 0.4%. El sangrado menstrual a través de la herida quirúrgica es un dato patognomónico. El diagnóstico puede establecerse mediante fistulografía, inyección transcervical de azul de metileno, tomografía computada contrastada, resonancia magnética o histerosalpingografía. En la actualidad el tratamiento de elección es la escisión quirúrgica del trayecto fistuloso, con o sin histerectomía.
Caso clínico: Paciente de 25 años, con antecedente de tres cesáreas; la última en febrero de 2018. Hallazgo transoperatorio: útero fácilmente sangrante y friable, con drenaje tipo Penrose en la fosa iliaca izquierda, que se retiró a las 72 horas. Acudió a consulta debido a un padecimiento de 22 días de evolución caracterizado por hipertermia, dolor pélvico y secreción fétida a través de la herida del drenaje previo. Durante el sangrado menstrual advirtió descarga por el sitio de la herida quirúrgica. En la exploración se observaron: cicatriz de drenaje del Penrose de aspecto granulomatoso y exudado purulento. Debido a que se sospechó un trayecto fistuloso útero-cutáneo se realizó una fistulografía con medio de contraste yodado no iónico y una tomografía. Se practicó fistulectomía con histerectomía. La paciente tuvo evolución clínica favorable.
Conclusión: A pesar de que la fístula útero-cutánea es un problema realmente excepcional, aun así, debe considerarse después de la cesárea. El dato clínico patognomónico es el sangrado menstrual a través de la herida quirúrgica. El diagnóstico certero es preciso, con la demostración del trayecto de la fístula mediante fistulografía, inyección transcervical de azul de metileno, tomografía computada contrastada, resonancia magnética o histerosalpingografía.





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